sábado, 6 de junio de 2015

Quiebre

De pronto te levantas un día lleno de energía y ganas, entonces caes en que no es porque ese día sea especial, sino que es parte del proceso que estas atravezando. Miras a tu alrededor y notas como el caos que te rodeaba hasta hace un tiempo simplemente mermó. Pensás "Mejor aprovecho y hago todo ahora que tengo ganas y nada en contra" pero después lo soltás, porque te das cuenta que ya no estás apurado, que tus días son tuyos y que estar como estás no sucedió por arte de magia.

No. Te pusiste el pecho. Te hiciste cargo. Cambiaste. Te reinventaste.

Me sorprende lo fácil que es perder la noción del tiempo y de lo caminado. Al menos a mi me pasa. Me encuentro rodeado por situaciones que no me gustan, hago algo al respecto y eso cambia. La cosa cambia. Sin embargo, olvido lo hecho. Pienso que nada de lo accionado tuvo inferencia en este nuevo estado, que una varita mágica, un dios perdido, se apiadó de mi -su broma cósmica- y decidió darme un respiro de 24hs. Entonces el ciclo empieza de nuevo. Me pierdo, sufro, me anulo hasta que hago algo y cambio...

Y no.

No es acerca de dios ni de soluciones mágicas. Se trata de mi siendo yo y poniendome el hombro. Buscando hacer algo que me cuesta horrores y que por su misma naturaleza me resulta esquiva: hacerse cargo. De los errores, de los aciertos, de los tiempos y de las ganas. No se trata de ser perfecto, sino de ser orgánico y de tener registro.

Registro de mi y de lo que cultivo y cosecho.

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